Reflexiones sobre vivir y volver a Londres
Ayer cumplí seis meses en Londres (desde que volví), y el seis de octubre hizo cinco años desde que vine por primera vez. Ya llevaba mucho tiempo sin publicar en el blog, pero al llegar a estas fechas no pude evitar reflexionar sobre ello y me pareció un buen momento para volver a escribir.
La diferencia entre la primera y la segunda vez que llegué a Londres es considerable. De hecho, son dos situaciones prácticamente opuestas:
Octubre 2011: llegué sin trabajo, sin ahorros, sin piso, sin conocer a más de tres personas, sin plan, y con pareja.
Abril 2016: llegué con trabajo, con algunos ahorros, con casa ya alquilada, con amigos y conocidos por toda la ciudad, con un plan bastante concreto*, y sin pareja.
* En realidad, esto es bastante irrelevante ya que mis planes cambian muy a menudo.
A pesar de estas diferencias, hay una cosa que tenía ambas veces: ilusión. Ilusión y ganas, muchas ganas.
Personalmente, creo que sin ganas es difícil que la experiencia londinense funcione (aunque puede que sí, si te sale todo bien). En general, se viene con ganas, y te vas tropezando con piedras o piedrecitas (no saber como abrirte la cuenta en el banco, dificultades con el idioma, echas de menos el sol y las tapas, etc…) y con rocas (quedarte sin ahorros y no tener trabajo, no poder entender al entrevistador, no encontrar piso y gastarte todos los ahorros en un hostal, etc). Pero gracias a las ganas, a esta ilusión que se mantiene, se puede conseguir pasar una buena temporada en Londres, a pesar de las dificultades. Al fin y al cabo, siempre hay dificultades, c’est la vie.
Ya he hablado sobre el mayor error que cometí al llegar la primera vez (que no he cometido esta vez). Pero con el tiempo me he dado cuenta que tal a pesar de que a nivel práctico venir con ahorros e inglés es fundamental, ayuda mucho tener un plan. De hecho creo que tener aunque sea una idea aproximada de cómo nos gustaría que fuera nuestra experiencia en Londres puede ser un factor clave, ya que nos ayudará a tomar o no tomar ciertas decisiones en el día a día. Si sabes que quieres pasar en Londres X tiempo, o quieres ahorrar X dinero, aceptar un trabajo o no, o ir a vivir a un piso u otro, son decisiones que se tomarán con más facilidad si tenemos claro nuestro objetivo final.
En la próxima entrada hablaré sobre cómo hacer frente a estas dificultades (o por lo menos, las cosas que me funcionan a mi).